n la vasta y colorida historia del ZX Spectrum, existen títulos que, sin llegar a la fama de los grandes como Manic Miner o Saboteur, dejaron una huella especial en quienes los jugaron. Uno de esos títulos es Amotos, un arcade de motos que combinaba velocidad, esquiva y puro instinto ochentero.
¿Qué es Amotos?
Lanzado en 1987 por la compañía española Zigurat Software, Amotos es un juego de motos futurista con una mecánica muy similar a la del clásico arcade Tron o el modo Light Cycles. El jugador controla una moto que se desplaza en una arena cerrada, dejando un rastro tras de sí. El objetivo es simple: hacer que los rivales se estrellen contra tu estela o las paredes, mientras evitas chocar tú mismo.
Jugabilidad
Amotos se juega desde una vista aérea en scroll fijo, con gráficos minimalistas pero efectivos para la época. Los controles son rápidos y la velocidad del juego va aumentando progresivamente, haciendo cada partida más desafiante. Solo un pequeño error puede suponer el final. La inteligencia artificial, aunque básica, es sorprendentemente agresiva, lo que le da al juego un toque competitivo muy adictivo.
Algunas características destacables:
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Hasta cuatro jugadores humanos podían competir por turnos.
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Incluía diferentes niveles de dificultad.
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Las partidas eran rápidas, ideales para el típico «una más y lo dejo».
Estética y sonido
Los gráficos, como muchos juegos de Spectrum, usaban paletas limitadas, pero el diseño geométrico del juego ayudaba a dar sensación de velocidad. El sonido, basado en pitidos y efectos simples, acompañaba bien la acción, aunque lo justo y necesario para no sobrecargar el ZX Spectrum.
Legado y recuerdo
Amotos nunca fue un superventas, ni tuvo ports oficiales a otros sistemas. Sin embargo, quedó grabado en la memoria de muchos jugadores españoles como un título original y frenético, que ofrecía partidas intensas y rápidas, perfectas para tardes de pique entre amigos.
Hoy en día, gracias a los emuladores y repositorios online, Amotos puede revivirse con facilidad. Y aunque su nombre no sea de los más sonados, representa perfectamente una época donde la creatividad y las limitaciones técnicas se encontraban a medio camino, dando lugar a joyas pequeñas pero inolvidables.