Mark-Eric Jones fue uno de esos ingenieros invisibles que, sin aparecer en las portadas, cambiaron la historia de la informática doméstica. Fue el responsable del diseño de hardware del Amstrad CPC 464 y más tarde de la gama PCW, dos de los mayores éxitos tecnológicos y comerciales de Alan Sugar y su compañía en los años ochenta. Su trabajo combinó una visión práctica de la ingeniería con una enorme capacidad para resolver problemas complejos dentro de las limitaciones económicas de la época.
Jones era un ingeniero especializado en sistemas electrónicos con microprocesadores. Desde joven mostró una afinidad natural por la integración de circuitos y el diseño de placas, y pronto comenzó a trabajar en una empresa familiar relacionada con la electrónica llamada Data Recall. Allí desarrolló sus primeras ideas sobre cómo simplificar los ordenadores personales, reduciendo el número de componentes y haciendo el hardware más compacto, más barato y más fiable. Esa filosofía lo llevaría directamente al corazón del proyecto Amstrad.
A comienzos de los años ochenta, Alan Sugar buscaba introducir a su compañía en el mercado de los ordenadores domésticos. Su visión era clara: crear un sistema completo y asequible que compitiera con los gigantes del momento como el Commodore 64 o el ZX Spectrum. Para lograrlo necesitaba a alguien capaz de convertir un concepto comercial en una máquina real. Ese alguien fue Mark-Eric Jones. Recomendado por ingenieros de Cambridge y vinculado a Data Recall, Jones se encargó de diseñar el corazón del ordenador que acabaría conociéndose como Amstrad CPC 464.
El reto técnico era inmenso. El nuevo ordenador debía integrar en un solo cuerpo el teclado, la unidad de casete, la electrónica principal y la salida de vídeo para un monitor propio. Jones diseñó la arquitectura del sistema, seleccionó los componentes clave y se aseguró de que el hardware fuera perfectamente compatible con el firmware y el BASIC que desarrollaba Locomotive Software. Su trabajo dio como resultado una máquina robusta, bien equilibrada y sorprendentemente económica, capaz de rivalizar con cualquier competidor del mercado. En gran medida, el éxito del CPC 464 se debió a la solidez y eficiencia de su diseño electrónico.
Después del triunfo del CPC, Amstrad volvió a confiar en Jones para su siguiente gran proyecto: el Amstrad PCW. Esta nueva máquina estaba dirigida a un público diferente, enfocado en el procesamiento de textos y las pequeñas oficinas. Una vez más, Jones aplicó su enfoque pragmático. En lugar de usar hardware caro o complejo, diseñó un circuito integrado personalizado que combinaba en un solo chip muchas de las funciones esenciales del ordenador, desde el control de vídeo hasta la gestión de la impresora. Ese diseño redujo drásticamente los costes y permitió que el PCW fuera uno de los ordenadores más accesibles de su tiempo, revolucionando el mercado del “word processor” doméstico.
Durante estos años, Jones y su equipo en MEJ Electronics desarrollaron gran parte del hardware de Amstrad, no solo el CPC y el PCW, sino también los primeros portátiles y PC compatibles de la marca. Su estilo de ingeniería se caracterizaba por la simplicidad elegante: minimizar piezas, integrar funciones y aprovechar al máximo los recursos disponibles. Su filosofía de diseño se adelantó a su tiempo, anticipando lo que más tarde sería la tendencia de la integración total en la industria de la informática.
En paralelo, Jones continuó desarrollando su empresa, MEJ Electronics, que más adelante se transformó en una compañía de herramientas de diseño electrónico conocida como 3Soft. Su carrera evolucionó desde el diseño directo de hardware hasta la creación de software especializado para ingenieros de chips y sistemas embebidos. Esa transición demuestra que su talento no estaba limitado a un tipo de tecnología, sino que comprendía la evolución completa del sector.
El nombre de Mark-Eric Jones rara vez aparece en los libros de historia de la informática, pero su influencia está presente en millones de hogares que alguna vez tuvieron un Amstrad encendido. Fue uno de esos ingenieros que trabajaron en silencio para hacer posible la revolución doméstica del ordenador. Sin él, el CPC 464 y el PCW probablemente no habrían tenido el mismo éxito, ni la historia del microordenador británico sería la misma.
Hoy, décadas después, su legado sigue vivo en la comunidad retro. Cada vez que alguien carga un juego en un CPC o escribe un documento en un PCW restaurado, está reviviendo la genialidad de un ingeniero que entendió cómo combinar elegancia técnica, coste reducido y funcionalidad real. Mark-Eric Jones fue, en definitiva, el cerebro electrónico detrás del universo Amstrad.